La preocupación creciente por la alimentación saludable abre un nicho de mercado con oportunidades para los negocios vinculados. Al amplio sector de la población que hoy -por diversas razones- prioriza la ingesta de alimentos menos ultraprocesados, se suman los segmentos que no tienen otra opción: como quienes no pueden consumir azúcar o gluten, por ejemplo, por padecer diabetes, obesidad o celiaquía.
A escala global se estima que un 38% de los consumidores se muestra más propenso a los hábitos saludables y el bienestar, según datos de la consultora GFK. Y, en relación a la alimentación como factor fundamental para la salud »se consolida la tendencia de cuidar más lo que comemos», según el informe ‘La alimentación consciente», de este mismo organismo.
En este contexto, la proliferación tanto locales de venta (dietéticas) como de empresas fabricantes de estos alimentos viene en franco crecimiento. En esta franja se alinea Célula Cocina, una marca de alimentos saludables que, con una una inversión inicial de US$ 200.000 en febrero del 2024, este año proyecta alcanzar una facturación de US$ 1.500.000. El «core» del negocio es ofrecer productos 100% libres de azúcar y sin TACC (trigo, avena, cebada y centeno).
En cuanto al azúcar, la decisión estratégica de la firma fue reemplazarla por un endulzante natural, vegetal y sin calorías, derivado de las fibras de las plantas. Este endulzante es apto para diabéticos y veganos, y tiene un índice glucémico muy bajo y “no sacrifica el sabor”, según la empresa. Su creador, Martín Ferraro, cuenta que la clave «es crear opciones con un alto valor nutricional». «Fue un trabajo duro a nivel producción y fórmulas, pero esto nos genera un valor como marca y refuerza la cultura de los alimentos que generamos para el consumidor, que es lo más importante», dice.
Actualmente, Célula Cocina está evaluando inversiones en maquinaria para aumentar la producción y expandirse a otras provincias a través de distribuidores. En Buenos Aires, sus productos se venden en comercios de cercanía, tiendas especializadas, supermercados y a través de su tienda online.
La marca creció rápidamente desde sus inicios en Palermo, donde comenzó produciendo para un pequeño local de pastelería. Pronto, las cookies de avellanas y chocolate amargo se convirtieron en las más demandadas, y eso llevó a la marca a desarrollar su propio modelo de negocio, buscando abastecer dietéticas y comercios.
Luego, con la necesidad de expandir su capacidad, Célula Cocina mudó su planta de producción a Chacabuco, y hoy tiene una plataforma de 14 productos, que incluyen una línea convencional (alta en proteínas y grasas) y una línea keto (alta en proteínas y grasas y baja en carbohidratos), elaborados con harinas propias de almendras, avellanas, lino y psyllium.
Sin azúcar, sin gluten y a base de plantas
Otra empresa enfocada en el rubro de alimentos sin gluten es SMAMS, fabricante de productos de diferentes categorías, como panes, galletitas y alfajores, también elaborados sin azúcar y a base de plantas.
Esta firma nació en el 2012 cuando el negocio de alimentos sin gluten todavía era un terreno muy poco explorado. Al principio fabricaba polvorones, galletitas y budines en una planta de 600m2 en Mataderos, y ofrecía sus productos a dietéticas. Hoy, tiene dos sitios de producción de más de 5 000 m2 y un equipo de más de 100 personas. Tiene un portfolio de más de 88 productos y distribución nacional a todos los puntos de venta; dietéticas y supermercados.
También la firma exporta a Paraguay, Uruguay, Chile y Panamá (próximamente llegará a Estados Unidos). Produce para sus marcas y también le fabrica a algunas de las principales compañías multinacionales alimenticias. Desde el 2015 el volumen de producción de la compañía creció de 18 toneladas mensuales a 280 toneladas. Este año, planea lanzar seis nuevos productos, salados y dulces, para acompañar diferentes ocasiones de consumo.
Con todo, aclaran los dueños de SMAMS, Norberto Varas y Lucas Cubero, «este es un negocio de nicho, con un mercado muy chico, que alcanza a menos del 5% del mercado. Es altamente competitivo por decenas de empresas pequeñas, en muchos casos emprendimientos familiares, donde la estructura de costos laborales se confunde con el retorno del capital», dicen.