POLÍTICA
Aunque intenta distanciarse, la campaña de Luisa González sigue girando en torno a la figura de Rafael Correa
La campaña de Luisa González enfrentó serias dificultades para consolidar una imagen propia ante el electorado. Aunque intentó mostrarse como una figura independiente, su estrategia se sostuvo en la figura del expresidente Rafael Correa, cuyo respaldo sigue siendo el eje central del correísmo.
El estrecho resultado de la primera vuelta la obligó a buscar apoyos más allá del voto duro, sin éxito claro. La falta de capital político propio demostró que su fortaleza sigue anclada en el pasado, sin lograr una conexión genuina con nuevos sectores del electorado.
La Revolución Ciudadana redujo visiblemente la exposición mediática de Correa, aunque su presencia digital se mantuvo activa. Entre enero y febrero, el expresidente protagonizó más de 50 entrevistas promovidas como recorridos simbólicos por el país.
A pesar de sus declaraciones sobre gobernar sin tutelas, González defendió abiertamente la gestión de Correa en el debate presidencial. Este doble discurso reflejó una contradicción central de su campaña: buscar independencia sin romper con el legado que la sostiene.
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El equipo de González también optó por alejar del discurso temas impopulares como la desdolarización y disminuyó la visibilidad del candidato a la vicepresidencia, Diego Borja. Estos cambios tácticos intentaron maquillar las debilidades estructurales del proyecto correísta.
Mientras tanto, las autoridades locales del movimiento guardaron silencio, afectadas por sanciones del pasado como la impuesta al alcalde de Quito. Este distanciamiento interno debilitó aún más la imagen de unidad en la campaña de González.
Por contraste, Daniel Noboa ha logrado posicionarse como una alternativa fresca, capaz de convocar a diversos sectores sin anclarse en una figura del pasado. Su discurso ha girado en torno a la acción, la seguridad y la innovación, elementos ausentes en el modelo del correísmo.
En palabras del analista político Martín Rivadeneira: “González no logra salir de la sombra de Correa, mientras Noboa construye su propia luz”. Esta frase resume el dilema central de una candidatura que no ha conseguido despegar por sí misma.
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La segunda vuelta definirá si el país apuesta por una propuesta de renovación real o por la repetición de un modelo que, aunque aún conserva respaldo, no ha sabido adaptarse a las nuevas demandas sociales.
Mientras Daniel Noboa apuesta por el futuro, la campaña de Luisa González continúa anclada al pasado. Su dependencia de Correa evidencia una falta de renovación que podría costarle el apoyo de los sectores más críticos y desencantados del electorado.
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