Con un megaoperativo en Moreno, Milei cierra la campaña intentando blindar el escándalo de coimas

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El cierre de campaña bonaerense de Javier Milei en Moreno se convirtió en el espejo perfecto del momento político que vive el Gobierno: un Presidente blindado por fuerzas federales, un despliegue policial desproporcionado y un club de barrio convertido en fortaleza por miedo al repudio popular. ¿El motivo de fondo? La necesidad de tapar el escándalo de corrupción que estalla en el corazón mismo del poder libertario: Karina Milei, la hermana y mano derecha del Presidente, señalada por presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad.

El escenario, de por sí, es elocuente. El Club Villa Ángela, en Villa Trujui, fue rodeado desde temprano por vallas, camiones de asalto de la Policía Federal y un dispositivo de seguridad que ni en la final del Mundial. No faltaron los móviles de Infantería, motos de grupos de respuesta rápida, cortes de tránsito y hasta la Prefectura Naval sumando efectivos. Todo para proteger a un presidente que, lejos de caminar tranquilo, elige el encierro en un potrero embarrado y sin infraestructura básica, con calles anegadas y un solo acceso para diez mil personas. Las calles adyacentes, además, se convirtieron en un lodazal por las lluvias, dificultando el ingreso y la salida incluso de los propios funcionarios. Los preparativos incluyeron alisado de las calles anegadas con arena y piedras. Una vecina enojada denunciaba cómo para el presidente el barrio se reconvierte mientras los que vecinos de todos los días viven en el barro.

La policía, el show y la cortina de humo

El operativo no fue casual ni sólo una cuestión de «seguridad». La postal de Moreno recuerda a lo vivido en Lomas de Zamora o Corrientes, donde Milei terminó huyendo entre piedras y forcejeos ante el rechazo social. Pero ahora la cosa es más grave: el clima está caldeado por el repudio al ajuste y, principalmente, por el escándalo de las coimas que involucra a Karina Milei y la Agencia de Discapacidad. El famoso “Karinagate” que sacude al gobierno y que todos los medios intentan tapar con la imagen de un presidente “asediado” y “amenazado”.

Es un operativo pensado para el show: la ministra Bullrich y el ministro Alonso cruzándose chicanas por los medios, pero todos colaborando para montar un dispositivo que justifique la represión. Mientras tanto, los vecinos de Moreno miran de lejos un club vallado, calles cortadas, colectivos desviados y el barrio militarizado. Como declaró el propio ministro de Seguridad bonaerense, “no puedo garantizar que no haya agresiones”, pero lo cierto es que el único agredido es el pueblo trabajador, que sufre el ajuste y la represión como respuesta ante cualquier intento de protesta.

La presencia de Karina Milei en el acto es el dato político clave. La secretaria general, cuestionada por los audios y las denuncias de coimas, salió de su refugio en Balcarce para intentar mostrar músculo y tapar el escándalo. Pero la realidad es más porfiada: la crisis política atraviesa a la gestión libertaria hasta la médula. El relato del “nuevo gobierno” se desmorona cuando la corrupción se pasea por los despachos oficiales y la justicia hace la vista gorda.

El operativo de seguridad –desproporcionado y casi ridículo en un club de barrio sin salidas de emergencia ni iluminación decente– no es más que una puesta en escena. Quieren vender que el pueblo amenaza al Presidente, cuando lo que realmente quieren evitar es que se note el repudio genuino de amplios sectores populares, cansados de promesas vacías, ajuste brutal y ahora también, corrupción a cielo abierto.

Un operativo para tapar el escándalo de las coimas y la crisis política

Desde La Izquierda Diario y el PTS lo venimos advirtiendo: el gobierno de Milei recurre a la militarización y la represión para tapar una crisis política creciente y el saqueo de los recursos públicos. Los desbordes policiales y el blindaje no buscan proteger a nadie más que a los negocios de unos pocos. Mientras la ministra Bullrich habla de “plena vigencia de la Constitución” y acusa a la provincia de “no cumplir con la ley”, lo que está en juego es otra cosa: que el ajuste y la corrupción se mantengan impunes y que el pueblo trabajador no pueda movilizarse.

La salida es con la organización independiente de la clase trabajadora, con propuestas y programas propios para enfrentar tanto el ajuste como la corrupción estatal. Porque mientras los de arriba se pelean por el reparto del poder y los negociados, los de abajo seguimos pagando los platos rotos de un sistema que sólo ofrece miseria, represión y ahora también, escándalos de coimas en los lugares más sensibles.
Sólo la fuerza de los trabajadores y los sectores populares en la calle, organizados y con una alternativa política propia, podrá ponerle freno a la corrupción y el ajuste de Milei y su séquito.

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