Poderío oficialista, debilidades expuestas y los viejos conocidos

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Una escena pos comicios que reveló las cualidades de los que ganaron y evidenció los problemas de los que intentan hace años posicionarse como opositores. Un sinfín de errores no forzados y un obligado relevamiento de daños por estrategias mal empleadas así como la reiteración constante de equivocaciones.

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Jaime Meza
Jefe de Redacción.

Concluye este domingo el escrutinio final de los comicios del pasado domingo 31 de agosto. Estos resultados y los del recuento provisorio fueron lapidarios, concluyentes, inobjetables en varios sentidos. Uno de ellos, el avasallante tranco de los radicales (valdesistas) y sus aliados con la obtención de una victoria contundente en la variable gobernador, quedándose además con 64 municipios en la votación de intendentes. Todos estos datos, si se pasaran a números específicos del caudal de apoyo ciudadano recolectado, tornarían aún más rutilante la actualidad del Gobierno.

AMONTONAR NO ES COMPETIR

Pero esta supremacía oficialista obliga a mirar otro punto sustancial de la actualidad política e institucional: el rol de la oposición. Un sector disperso que se «amontonó» a última hora en un intento (malogrado) de mostrar a la ciudadanía que había varias opciones superadoras.
Fue un globo de ensayo que en un pequeño espectro de la ciudadanía (a números vista) prendió fuerte, apoyándose -claro quedó- en una campaña belicosa que se centró en las redes sociales y en los cortes de los programas filmados de formato radial. Este modelo de «streaming argento», que no dista de ser una radio televisada (como hace «añares» comenzó a utilizarse) ofreció videos que se viralizaron con acusaciones de todo tipo, con confesiones y desafíos.

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Todo esto generó un marco que nubló la capacidad de análisis de la escena electoral de muchos experimentados dirigentes políticos, así como de la gente que se dividió en escuetos núcleos que combinaron la impronta libertaria, el kirchnerismo y el anti valdesismo.

Fueron más las ganas que otra cosa

Con muchos de los que se pudo conversar o analizar la actualidad, quedó en evidencia una actitud que se replicó luego de una hábil estrategia de uno de los sectores en pugna: el ricardismo. Se pudo advertir las «ganas de la gente» de que se alcanzara la segunda vuelta.
También se observaron las «ganas de los dirigentes» opositores que, por alguna razón del inconsciente o de la masificación del pensamiento de sus entornos políticos, creyeron que realmente había una posibilidad de ir al balotaje.

MANIOBRA DE ORIGEN

Pero esta «sensación de segunda vuelta» no fue más que una movida mediática impulsada por los referentes de ECO. Fue allí donde se jugó más fuerte y con mayor destreza que en las otras alianzas opositoras.
Fue desde donde se aseveró (sin pruebas) que Juan Pablo Valdés no había terminado la secundaria, a pesar de saberse que la cursó en el Liceo Naval Almirante Storni, siendo parte de la promoción 2001.
También se acusó de una debacle financiera en el BanCo que tampoco tuvo asidero formal, dejando de lado que en los últimos años fue premiado en varias ocasiones; la última de ellas, en octubre de 2024, al posicionarse como el tercer banco público con mayor crecimiento en Argentina durante el primer semestre de ese año, según el Banco Central de la República Argentina.
Todos trascendidos que, gracias a la experticia discursiva de su principal referente y la constante utilización de los medios tradicionales de mayor alcance de parte de sus alfiles, quedaron instalados en el inconsciente colectivo de los «anti Valdés». En gente que, por más que después se le demostrara que todas las advertencias y acusaciones eran inverosímiles, seguiría creyendo en las aseveraciones del caudillo mercedeño y sus candidatos.
Una avanzada estratégica en el electorado para luego ir por la «idea» de la segunda vuelta (ver página 5).

La «idea» del balotaje

Fue luego de lanzar las versiones detalladas anteriormente (en «fueron más las ganas que otra cosa») que dieron un paso más. La segunda vuelta. No fue Colombi, fue Emiliano Fernández, primer candidato a diputado provincial de ECO. En una entrevista de hace tres semanas aseguró: «Está instalado un escenario de segunda vuelta». No fue una frase al voleo, fue la mecha que encendió la idea de la que se llegó a prender hasta el kirchnerista «Tincho» Ascúa al final de la campaña.
Fue después de esta aseveración del Intendente de Virasoro que cada entrevista a Colombi llevó a la pregunta obligada del balotaje. Los días comenzaron a restar en el camino al acto electoral y el sábado 30 de agosto, los más acólitos del ricardismo estaban convencidos de la especie. Fue tanto el entusiasmo que en Limpiar Corrientes quisieron engancharse de esta «oleada de optimismo» a última hora. Un ánimo que los llevó a cometer un papelón en las redes sociales el día de la votación, anunciando un escenario ficticio que debieron desestimar.
Algo previsible, según señalaron desde del Gobierno, ya que advirtieron que se trató de un trabajo en conjunto subrepticio entre ricardismo y «cristino camporismo» durante todo el derrotero hasta las urnas.
Al final, fue Colombi el más centrado al reconocer, casi de inmediato, que el triunfo oficialista era contundente. No ocurrió lo mismo en el búnker que los camporistas instalaron en la sede del PJ en Capital. Una postura infantiloide de un sector que procuró negar lo que acontecía, deslizando frases rayanas a la acusación de fraude.

¿Y los mismos de siempre?

Otro capítulo que no se debería esquivar de parte de la dirigencia opositora es el de los dirigentes que ya son señalados como los «capitanes de las derrotas». Por más amistades que haya o compromisos políticos latentes, no pueden seguir obviando el razonamiento de la gente.
El correntino no es un elector cualquiera. Sólo basta con mirar en la Capital para saber que no vota porque sí. Nunca, en sus siglos de historia, había repetido un mismo color de gestión ni había combinado la afinidad partidaria con Provincia. Ni qué decir de cómo diferencia el votante capitalino y del Interior los escenarios electorales, ofreciendo diferentes resultados en una elección provincial con una nacional.
Sin embargo, a la hora de armar alianzas y, mucho peor, las listas, todo esto pareciera no importar a los líderes.
Así se dieron casos como en 2021, cuando se ofreció en una boleta justicialista para candidato a intendente a una figura que hasta hacía meses era parte del Gobierno y no en cualquier puesto, sino como Vicegobernador. El resultado fue calamitoso. Mismo dislate se cometió con la misma persona en este 2025, al pretender que se instalara como candidato a Jefe comunal, pero esta vez en el frente que lideró Colombi. Los números, peores que hace cuatro años.
Otro error se vio en este turno electoral con la postulación a Vicegobernador de Ricardo de un justicialista K, que supo mostrarse como una de las puntas de lanza de la oposición en el Senado, en épocas en las que su compañero de tándem era gobernante. Y se dejó de lado que este legislador justicialista ya había integrado una fórmula para la Provincia con el extinto exponente de la otrora denominada Cooperativa del PJ, Fabián Ríos.
Y en La Libertad Avanza se «contagiaron» de estos accionares de la vieja política. Confiaron en que el sello libertario sumaría acompañamiento por el sólo hecho de ser la fuerza de Javier Milei, obviando un detalle gigantesco: Milei no iba a estar en la boleta.
También cayó en la variable crítica del candidato y su pertenencia política anterior. Nunca pudo despegarse. En el electorado local hay una verdad instalada respecto a que el mismo se convirtió en el representante local de LLA porque ingresó al Congreso de la Nación gracias a la tracción que tuvo la oferta presidencial de 2023. Y los números así lo demostraron el domingo pasado. Lo hicieron de una manera increíble. Este dirigente tuvo menos votos que los postulantes a diputados y a senadores.
Todo un mensaje de los correntinos que, además, dejaron al espacio político de Milei en el cuarto lugar ante las miradas de todos los argentinos, que observaron a este turno electoral como un prólogo de lo que sucederá hoy en Buenos Aires y como antesala de octubre.
A esto, los libertarios lo condimentaron con un aliado que se convirtió en una réplica de lo mencionado anteriormente con el ex Vicegobernador que se pasó al frente justicialista y, esta vez, a ECO. Fue con el titular de Diputados. Un emblema de la gobernabilidad oficialista hasta hace unos meses. La inclusión de su figura en las huestes libertarias no logró su cometido, previo paso por el «Grupo Alondra».

De los anti Valdés, a los K

Más allá de que ECO resultó tercero, lo cierto fue que se trató de una alianza que se presentó como alejada del oficialismo recién a finales del año pasado. Cuando Ricardo formalizó su postulación a Gobernador y pegó el portazo en el partido de Alem, sello en el que los integrantes de la mesa chica ya le habían dado la espalda.
El ricardismo vino a representar casi el 17 por ciento del electorado, apenas dos puntos debajo de los eternos opositores al Gobierno, el caso del kirchnerismo y sus aliados (19 por ciento). ¿Y por qué fue esto? Porque los actores que se presentaron con Encuentro por Corrientes fueron parte de la gestión provincial hasta poco antes de las elecciones. Un error per se en la política electoral, pero no por eso poco aplicado. A la vez, los que se aliaron por fuera el radicalismo ricardista ofrecieron escasa representatividad diferenciada de lo que ya había entre las opciones de siempre.
En concreto, los radicales oficialistas sumaron casi 52 puntos porcentuales y los díscolos con sus pocos aliados alcanzaron los 16, lo que suma un combinado de casi 70 por ciento. O sea, prácticamente un caudal cercano al de 2021, que representó la reelección de Valdés (con Ricardo entre sus filas). En términos estrictamente numéricos, sólo representa una merma de 6 o 7 por ciento respecto a la histórica victoria de hace 4 años.
De todo este desglose se puede percibir la idea del electorado correntino de sostener el perfil de gestión, pero «repatriando» a los actores primigenios de un modelo político que viene sosteniéndose desde 2001, quitando el poder de mando a los Valdés.
En este marco intentó jugar el espectro K y sus aliados. Y sí, fue sólo un intento, porque nunca pudo gravitar más allá de su electorado fiel que, por cierto, viene menguando conforme se suceden los distintos actos electorales en la provincia.

Sin apoyo ni estrategias

Fue después de que Cristina Kirchner le levantara la mano a «Tincho» Ascúa en el acto de Paso de los Libres que todo entró en una nebulosa. Esto fue tanto para el justicialismo que pretendió sostener con honor a la boleta 2, así como para el kirchnerismo y para el «cristino camporismo» de Ottavis.
La detención y reclusión domiciliaria de su líder política fue una sentencia implícita para todos los demás. Algo que se sumó al ya errático andar de la ex Presidente de la Nación que, con su pelea con Axel Kicillof, restringió la capacidad de maniobra de Ascúa y compañía, en cuanto a la obtención de recursos para la campaña.
Y Ottavis, que se presentó ante la dirigencia correntina como un «mesías» con poderes venidos de Buenos Aires, brilló por su ausencia. Hasta esquivó las fotos y los videos. Una postura que evidenció una incomodidad pocas veces vista en un «jefe de campaña».
En medio de este berenjenal, el armado del equipo proselitista con una empresa brasileña y con «porteños» colaboró para el desbarajuste. Si hasta llegaron a compartir en las redes sociales de Ascúa un video de «Cuqui» Calvano sobre el puente General Belgrano.
¡Sí, uno de los principales referentes de Vamos Corrientes en el principal distrito de la Provincia, líder de ARI, que además conformó la lista de Diputados y resultó electo en quinto término! El también funcionario de Tassano no dudó en exponer el «furcio» K, provocando una acción de reflejo que derivó en la eliminación de la publicación de las redes de «Tincho».
A este ejemplo se sumaron varios. Pero lo peor fue el armado de las listas. La inconsistencia política de las candidaturas, sin argumentos sólidos para justificar la presencia de muchos de los nombres fue una muestra anticipada de la debacle.
Un caso testigo se dio con el Frente Renovador. Es que al massismo parecieran haberle dado la birome para que pudiera anotar varios postulantes en lugares importantes.
¿Qué mostró esa estrategia? La obtención massista de apenas 8 mil votos de los más de 127 mil votos que logró Limpiar Corrientes. ¿Y qué le dieron? En principio, la principal candidatura para el Municipio de Capital. Y con los resultados ya puestos, una banca en Diputados y una del Senado.
Cosas inexplicables que sólo pueden sobrellevarse ocultándolas o quitándolas del debate que se merece hacer dentro del PJ.

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