La camiseta de Diego, De Niro y los matones del posfascismo

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La camiseta de Diego, De Niro y los matones del posfascismo

Los obscenos ocho millones de euros que pagaron por la casaca de Maradona frente a Inglaterra.

Vivir se ha convertido para una inmensa mayoría en un ejercicio agotador. Uno tiene la sensación de deambular como seres arrojados repentinamente a un plató de Netflix. Como en los “Los juegos del hambre”, apenas sabemos que debemos correr entre peligros en un escenario hostil preparado sólo para destruirnos bajo la batuta de un guión escrito por otros. Hay un nivel de maltrato social en el ambiente mental de nuestro tiempo que es imposible de digerir. Así que no cansa la vida, sino la forma de vivirla. Ya no nos preguntamos sobre el horror de por qué el mundo ha devenido en una hambruna apocalíptica, y en una escombrera de piernas y brazos mutilados por pedazos de metralla, como si un rebaño de cocineros locos se ejercitara en un sofrito de acero y carne humana. Esta desolada humanidad que a veces dan muy pocas ganas de salvarla.

Si alguien sabe como actúa un matón ese es Robert de Niro: “El matón del colegio viene a pedirte el dinero de la merienda y te pide el 25%. Tres días después vuelve y te pide más. Si no haces nada, continuará”. El actor hablaba de Trump. Hoy los mafiosos de colegio se han convertido en los jefes de la aldea global. Nosotros contamos con uno: ese mezquino energúmeno que te roba el sandwich en el recreo no porque tenga hambre sino porque se deleita con tu desconsuelo.

Hay innumerables puertas monumentales saturadas de simbolismos y encargadas de facilitar el paso de los peatones en la historia. Hay gente que ha basado parte de su existencia en una de estas puertas mentales: el gol de Maradona a los ingleses en el Mundial 86. Personas a las que después de una vida entera compartida con Diego se les conceda el don de seguir haciéndose compañía deambulando por su grandeza.

No sé en que momento se convirtió en motivo de escarnio defender la mesura, pero en 2022 se alcanzaba el récord absoluto por la venta de una prenda deportiva. Sotheby’s subastaba, por ocho millones de euros, la camiseta del gol de Maradona de la Mano de Dios en el Mundial 86. Si Diego lo hubiera sabido, las camisetas que hubiera firmado en cadena de montaje en Villa Fiorito. A más de uno le hubiera resuelto la vida.

Para una determinada condición de clase pensar en Diego es pensar en el negrito villero adoptado de mala gana. Ese racismo sin raza que no necesita argumentos biológicos para excluir a nadie, pues ya cuenta con sus prejuicios culturales. Pensar nuestro país es también reposar en él, mirarlo despacio, en silencio, y reflexionar juntos. El antifascismo de Maradona se enfrentaría hoy a un “libertarismo” que no es fascismo puro, es una máscara o una metamorfosis de un posfascismo iluminado, en todo caso más peligroso que él anterior, porque todavía no hemos encontrado su antídoto. 

No hay motivos para el orgullo. Todo sucede ante nuestros ojos en tiempos de codicia, deshumanización y violencia institucional, ante una justicia social que ha dejado de existir, y donde cada nuevo abuso desaloja del presente y condena a la indiferencia y al olvido los abusos anteriores. Dicen que los seres humanos somos el resultado de aquello que hemos vivido en la infancia. Cuesta creerlo ante tanto futbolista desmemoriado. Ocho millones de euros por una camiseta sudada, sin duda, para Diego, sería una obscenidad.

(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón mundial 1979

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