El gobernador electo de Corrientes, Juan Pablo Valdés ofreció este viernes una serie de definiciones políticas y de gestión que perfila el tono que tendrá su administración a partir del 10 de diciembre. En un escenario que describió como de «tiempos complejos» por la «agenda reformista» del Gobierno nacional, el futuro mandatario puso el foco en la necesidad de generar recursos propios ante la parálisis de la obra pública y la caída de la Coparticipación.
«Si no hay intención ni obra pública (de Nación), tenemos que buscar inversiones. No podemos pasar cuatro años sin obras», sentenció Valdés en declaraciones a la prensa.
En ese sentido, confirmó que Corrientes se integrará activamente al bloque de Provincias Unidas, el grupo de gobernadores que busca construir una «agenda federal» y forzar al presidente Milei a una mesa de diálogo. «El Gobierno nacional tiene que escuchar y trabajar en conjunto con todos los gobernadores», reclamó.
Valdés fue crítico con la falta de interlocución y la crisis de financiamiento, pero buscó virar el eje del reclamo a la acción. «Debemos ser más independientes, vamos a trabajar para depender menos de la Nación», afirmó, y subrayó la urgencia de inversiones en infraestructura, como nuevos puertos, para aumentar la generación de divisas. «Si se construyeran más puertos, habría más dólares».
IMPRONTA Y ARMADO DE PODER
En el plano de la gestión interna, Juan Pablo anticipó que será «sincero sobre lo que se puede y lo que no», admitiendo que la situación económica «recauda menos». No obstante, fijó como una de sus prioridades la cuestión salarial: «Vamos a trabajar para ir corrigiendo lo que hay que corregir y tener valores acordes a la escala nacional».
La definición política más contundente, sin embargo, llegó al hablar de la conformación de su equipo.
Consultado sobre su futuro Gabinete, adelantó que «habrá ex intendentes» entre sus integrantes. Se trata de un gesto claro hacia el «territorio», buscando sumar pragmatismo y experiencia de gestión municipal a su primera línea de gobierno, apuntando también a una «transformación del Estado para que sea más eficiente».
Inevitablemente, la transición con su hermano y actual gobernador, Gustavo Valdés, fue un tema central.
Lo calificó como «un gran líder» y un «desarrollista», asegurando que su consejo «siempre es sano».
«Aprendí a escucharlo», reconoció, pero inmediatamente marcó su propio terreno: «Yo tengo mi impronta y él la suya. Sé que no vamos a tener problemas, estoy seguro. Gustavo tiene su manera y sus capacidades y yo las mías. Ahora viene mi momento de demostrar», dijo.
CON LA OPOSICIÓN
Finalmente, Valdés proyectó cómo será su vínculo con la Legislatura, donde necesitará consensos. Lejos de la confrontación, ofreció un gesto de pragmatismo. «Podemos charlar y debatir», consideró sobre la oposición.
«Si hay debate y podemos coincidir en las miradas, podemos tener diálogo y una relación madura. Si uno hace un análisis profundo, todos buscamos lo mismo, lo mejor para Corrientes. Si coincidimos, vamos a estar juntos», concluyó.
