Qué fue el Pacto de Olivos y por qué sus consecuencias duran hasta hoy?

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El Pacto de Olivos fue un acuerdo político sellado en 1993 entre el entonces presidente Carlos Menem (Partido Justicialista, peronismo) y el ex presidente Raúl Alfonsín (Unión Cívica Radical, radicalismo). Este pacto tuvo como objetivo principal la reforma de la Constitución Nacional de 1853, que permitió la reelección presidencial y la profundización del modelo político y económico neoliberal que marcó a fuego la década del 90 y cuyas consecuencias llegan hasta la actualidad.

El acuerdo se gestó en un contexto de crisis de legitimidad del régimen político, con un menemismo que buscaba perpetuarse en el poder y un radicalismo debilitado tras la caída de Alfonsín en 1989. La reforma constitucional de 1994, producto de este pacto, no solo habilitó la reelección, sino que consolidó un sistema presidencialista fuerte, limitó la participación popular y garantizó la continuidad de las políticas de ajuste, privatizaciones y flexibilización laboral.

La responsabilidad del peronismo y el radicalismo

Ambos partidos mayoritarios, el peronismo y el radicalismo, fueron protagonistas y responsables directos del Pacto de Olivos. Menem, desde el gobierno, impulsó la reforma para garantizar su continuidad y profundizar el modelo neoliberal. Alfonsín, desde la oposición, negoció su apoyo a cambio de algunos cargos y concesiones menores, legitimando así la reforma y el rumbo político-económico del menemismo.

El radicalismo, lejos de ser una oposición real, se integró al consenso neoliberal y permitió que el menemismo avanzara con las privatizaciones, la destrucción de derechos laborales y la entrega de recursos estratégicos.

El peronismo, por su parte, fue el ejecutor del ajuste y la flexibilización, contando con el aval de la CGT y la mayoría de los legisladores peronistas, que votaron todas las leyes antiobreras y privatizadoras. Hay que decir que todas estas leyes no las impuso Menem por la fuerza sino que fueron votadas y aprobadas en el Congreso con una mayoría de legisladores peronistas apoyándola (además de los otros partidos) y con el aval de la CGT que mantuvo sus privilegios como los millones que representaban las cajas de las obras sociales que no se tocaron. Sólo algunos sindicatos salieron a luchar en contra de estas medidas.

Consecuencias del Pacto de Olivos hasta hoy

Las consecuencias del Pacto de Olivos y el régimen que consolidó son profundas y estructurales:

1. Consolidación del modelo neoliberal y la precarización laboral

El Pacto de Olivos fue la antesala de una serie de reformas laborales y económicas que destruyeron derechos históricos de la clase trabajadora. La flexibilización laboral, el avance de la precarización, el aumento del desempleo y la fragmentación del movimiento obrero son herencias directas de ese período. El desempleo se duplicó pasando del 7 al 14% en ésta década con picos del 20% en 2001. También se planteaba que la nueva legislación permitiría el blanqueo de trabajadores pero la precarización pasó del 29% al 43% con picos del 70% entre los más jóvenes. Creció muchísimo y hoy continúa esa herencia.

2. Privatizaciones y entrega de recursos

El menemismo, con el aval radical, privatizó más de 60 empresas estatales, entregando sectores estratégicos como el petróleo, el gas, la electricidad, el agua y los ferrocarriles. Esto significó la destrucción de miles de puestos de trabajo, el deterioro de los servicios públicos y la pérdida de soberanía nacional. En 1992 suspendieron los derechos conseguidos en las empresas que se estaban privatizando que fueron más de sesenta en total. Y aparecieron las pasantías estudiantiles encubriendo lo que es mano de obra barata o directamente gratuita para los empresarios.

3. Crisis de representación y estallido social

El régimen político surgido del Pacto de Olivos fue incapaz de dar respuesta a las necesidades populares. La crisis de 2001, con el estallido social, la caída de De la Rúa (radicalismo) y la consigna «que se vayan todos», fue la consecuencia directa de años de ajuste, corrupción y entrega. La fiesta menemista tuvo como respuestas una serie de levantamiento populares y puebladas como el Santiagueñazo pero terminó con la crisis del 2001, la recesión brutal del 2002 y la contención que hizo el Kirchnerismo para mantener el orden después de una rebelión popular que todavía queda en la memoria.

4. Continuidad de la lógica bipartidista y el consenso del ajuste

El Pacto de Olivos consolidó un régimen bipartidista que se alternaba en el poder pero garantiza la continuidad del ajuste y la subordinación al capital financiero y el FMI. Incluso en la actualidad, tanto el peronismo como el radicalismo, en sus distintas variantes, han seguido avalando reformas regresivas, pactando con el poder económico y frenando la movilización popular.

5. Fragmentación y debilitamiento del movimiento obrero

La fragmentación laboral, la tercerización, el trabajo en negro y la pérdida de conquistas históricas son parte de la herencia del Pacto de Olivos. Esto debilitó la capacidad de lucha de la clase trabajadora y facilitó la ofensiva patronal y estatal contra los derechos laborales. «Todo esto fue dividiendo a la clase trabajadora entre quienes estaban tercerizados, contratados, subocupados. Estaban los trabajadores en blanco y en negro. Al dividirla en grupos fragmentados, también la debilitó como fuerza social de peso.

Carlos Menem, el presidente que Milei y el peronismo reivindican, hizo cambios en materia laboral durante todo su gobierno y los resultados muestran la mentira liberal de que una reforma mejora la situación. Si hoy la mitad de quienes trabajan están en la informalidad, si no tienen vacaciones, ni aguinaldo ni obra social se debe justamente porque Menem lo hizo. Las fue quitando y la situación no mejoró sino que empeoró. Sino veamos. Un año tras otro avanzó sobre nuestros derechos laborales. En 1989 empezó autorizando el pago de vales en comida. Siguió poniéndole límites al derecho a huelga. En 1991 Sancionó la ley de Empleo que permitió flexibilizar contratos porque los volvía temporales. En 1992 suspendieron los derechos conseguidos en las empresas que se estaban privatizando que fueron más de sesenta en total. Y aparecieron las pasantías estudiantiles encubriendo lo que es mano de obra barata o directamente gratuita para los empresarios.

Hay que decir que todas estas leyes no las impuso Menem por la fuerza sino que fueron votadas y aprobadas en el Congreso con una mayoría de legisladores peronistas apoyándola (además de los otros partidos) y con el aval de la CGT que mantuvo sus privilegios como los millones que representaban las cajas de las obras sociales que no se tocaron. Sólo algunos sindicatos salieron a luchar en contra de estas medidas.

Las reformas laborales alteran la relación entre trabajadores y empresarios perjudicando históricamente a los primeros, atacando sus derechos, y favoreciendo a los empresarios que no casualmente son ellos, o sus abogados, los que las diseñan y las piden. Más que reformas, tendríamos que llamarlas contrarreformas porque se retrocede. Hay que enfrentarla con fuerza y organización».

Conclusión

El Pacto de Olivos fue mucho más que un acuerdo entre dos dirigentes: fue la consolidación de un régimen político y económico al servicio de los grandes empresarios, el FMI y los intereses imperialistas. Peronismo y radicalismo, lejos de ser alternativas, fueron socios en la entrega y el ajuste. Sus consecuencias siguen vigentes: precarización, pobreza, fragmentación social y crisis de representación. Solo la organización y la lucha independiente de la clase trabajadora pueden abrir un camino distinto.

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