Es médico del Hospital Bonaparte y apoya a los jubilados, pero para Bullrich es un barrabrava

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Una desmentida al Gobierno en primera persona. El psiquiatra Alejandro Todaro trabaja hace diez años en el hospital que Milei quiso cerrar y no pudo. El miércoles 12, frente al Congreso, fue el primero de 114 detenidos ilegalmente. Nunca va a la cancha, pero Bullrich le aplicó derecho de admisión. Aquí cuenta oscuros detalles de su detención y afirma: “No hay que comerse el ‘show del miedo’, a ellos lo que les jode es la movilización”.

Viernes 21 de marzo 21:08

Alejandro Todaro en el momento de su detención | Foto 221 Radio

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Desde hace una década Alejandro Todaro es uno de los médicos psiquiatras del Hospital Nacional en Red Licenciada Laura Bonaparte (ex Cenareso) . Junto a sus compañeras y compañeros es parte de la dura pelea por defender al hospital de los embates del gobierno de Javier Milei, que quiso cerrarlo en octubre pero fracasó ante la férrea resistencia del personal, los pacientes y la comunidad.

Sin proponérselo, desde el miércoles 12 de marzo el profesional de la salud se convirtió en una verdadera “síntesis” de mucho de lo que significa el “plan de guerra” de La Libertad Avanza contra los derechos de la clase obrera y los sectores populares. Trabajador de una institución bajo amenaza de “motosierra” y, a la vez, víctima de una causa armada por el plan de criminalización de la protesta orquestado desde el Ministerio de Seguridad.

“Creo que fui el primero al que detuvieron ese miércoles”, dice Todaro en diálogo con La Izquierda Diario. Junto a otras 113 personas fue “cazado” al voleo en las inmediaciones del Congreso. Como lo hizo otras veces, había ido a apoyar el emblemático reclamo de jubiladas y jubilados. Hasta que un fallo de la jueza porteña Karina Andrade lo liberó (junto al resto) por falta de pruebas, se comió preso más de diez horas, durante las cuales vio y escuchó un sinfín de ilegalidades.

Lo detuvieron el mismo día en el que habían convocado a marchar hinchas de los más diversos clubes de fútbol, a quienes sin pruebas ni pruritos el Poder Ejecutivo acusó de “barrabravas” para justificar la represión. De hecho le acaban de aplicar a él y a otras 25 personas el “derecho de admisión” a espectáculos deportivos. “Pero yo ni voy a la cancha ni me interesa el fútbol”, dice casi riéndose, pese a que es consciente del atropello de Bullrich contra sus derechos más elementales.

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Mientras espera novedades de la irregular causa penal en la que se lo acusa de “atentado y resistencia a la autoridad”, aprovecha un parate en la atención de pacientes en el hospital y conversa con este medio sobre lo que pasó, lo que pasa y lo que cree que tiene que pasar.

Haciendo cosas raras

¿Cómo fue el momento de tu detención?

  •  Yo estaba en Rivadavia y Entre Ríos, había llegado un rato antes de la convocatoria. Fui solo, por las mías, aunque sabía que ahí me iba a encontrar con compañeras y compañeros del hospital. Ya habíamos participado de otras marchas de los jubilados. Como quedó registrado en mis redes, a las 16:36 subí una historia mostrando cómo se me venía encima un camión hidrante. Les grité “dejen de reprimir” y me empezaron a gasear. No podía abrir los ojos. Sentí que me agarraban entre varios policías y me esposaron. A las 16:40 ya estaba detenido. Yo les decía “no me estoy resistiendo”, buscando que se calmen. Ellos me decían “tranquilo, está todo bien, no te va a pasar nada”.

    Secuencia de la detención de Todaro en Rivadavia y Entre Ríos | Primera foto Filo News – Fotos restantes Enfoque Rojo

    ¿De ahí a dónde fueron?

  •  Primero a un costado de la calle, quedé junto a una chica que también agarraron. A los 15 minutos nos llevaron a la otra esquina del Congreso, por Entre Ríos, donde había vallas y tenían camiones celulares. Creo que había también periodistas, que a nosotros nos preguntaban los nombres y DNI y a los policías a dónde nos iban a llevar. Pero ellos no respondían. Al rato nos subieron a uno de los móviles y arrancaron.

    ¿Sabían adónde los trasladaban?

  •  No, no nos decían. Y con los ojos cerrados no podía ver por dónde íbamos. Dimos vueltas por más de media hora, hasta que nos bajaron y metieron en un edificio. Ya alojados en una especie de oficina, logré ver un cartel que decía algo así como “Punto de Acceso a la Justicia – Balvanera”. Cuando salí, como a las tres de la madrugada, comprobé que estábamos a media cuadra del Congreso, en las oficinas del Ministerio Público Fiscal de Combate de los Pozos 155. Nos habían “paseado” por la Ciudad para desorientarnos.

    Pese a haber sido alojados a metros del Congreso, la jueza Andrade dice que a ella desde la Fiscalía le informaron que las primeras detenciones (entre las que está la tuya) se produjeron “a las 17.40”, es decir una hora después.

  •  Es totalmente falso. Incluso hubo pibes a los que tuvieron más de tres horas dentro de un camión. Todo lo que informaron es falso.

    ¿Cómo fueron esas primeras horas?

  •  Recién cuando nos tomaron los datos y las huellas, que habrá sido unas dos o tres horas después de la detención, llegó gente de la Defensoría Pública. Nos informaron que estábamos en una oficina del Ministerio Público Fiscal y nos pusieron al tanto de cómo serían los trámites. En esas horas me fui haciendo a la idea de que podía estar un buen tiempo preso.

    ¿Cómo los trataban los policías?

  •  Cuando todavía éramos tres detenidos, mientras nos fichaban apareció uno de los que nos custodiaban con un banner de la Policía Federal, lo desplegó y nos hiceron posar junto a ellos para tomarnos fotos de frente y perfil. Eso me resultó muy raro. Además, al sacar la foto ellos agachaban la cabeza y ocultaban sus caras con las viseras de la PFA. Les pregunté para qué eran eso, porque claramente no era un trámite judicial, y uno me respondió “es para nuestro jefe, que nos pide fotos de todo”. No le seguí discutiendo, obviamente era algo armado.

    Claro, esos banners, como se ve habitualmente en las noticias, se usan en procedimientos callejeros o en dependencias policiales, pero en ese momento ustedes estaban judicializados, por lo que cualquier accionar policial debía ser ordenado por el fiscal, no por los caprichos de los jerarcas de la fuerza. ¿Qué otras irregularidades presenciaste?

  •  Por ejemplo, cuando ya éramos varios detenidos los mismos policías empezaron a hacernos preguntas a cada uno mientras anotaban las respuestas en una especie de app en sus teléfonos. Como llenando un formulario. Además de nuestros datos, nos hacían preguntas muy sospechosas, como a qué nos dedicamos, si habíamos ido con alguna organización e incluso cuánto ganábamos de salario y si nos alcanza para vivir.

    Entre los detenidos, ¿había gente a la que podrías identificar como “barrabrava”, según la definición de Bullrich?

  •  No, nada que ver. Había detenidos de todas las edades, desde veinte a sesenta y pico. Sólo tres o cuatro tenían camisetas de fútbol y, obviamente, no tenían nada que ver con barrabravas. Esas acusaciones son parte del “show del miedo” que quieren transmitir.

    ¿Pudiste comunicarte con algún ser querido?

  •  Si bien no nos sacaron los teléfonos, nos impedían usarlos. Sólo nos dieron un celular de la Defensoría para poder avisar de nuestra situación a algún familiar o amigo. Pude contactarme con mi compañera varias horas después de la detención.

    ¿Y les tomaron alguna declaración?

  •  No sólo no nos informaban de nuestra situación sino que tampoco nos preguntaban nuestra versión de los hechos. Recién varias horas después de estar detenidos nos dijeron que se nos acusaba de “atentado y resistencia a la autoridad”. Y cuando ya era de noche nos leyeron nuestros derechos. Antes de liberarnos nos dijeron que dentro de los cinco días hábiles teníamos que presentarnos en el mismo lugar para “comparecer”. Fui el lunes a la mañana. Ahí tampoco me tomaron declaración.

    Contaste en otras entrevistas que llegaron a ser 21 personas detenidas en una misma sala. ¿Cómo fue el clima durante todo ese tiempo?

  •  Nos tuvieron a los 21 en un salón, una especie de sala de espera con filas de bancos largos.En la misma sala teníamos entre veinte y treinta efectivos de la Federal custodiándonos. Más tarde esos canas fueron reemplazados por gendarmes, que con las horas terminaron yéndose de a poco. Al final sólo quedó un grupito de federales. Yo sentía que había algo “flotando” en ese lugar, como que todos nos decíamos “che, esto es cualquiera”. Y con las horas surgió una especie de “camaradería” o “compañerismo” entre nosotros. Cuando cayeron los últimos detenidos, ya de noche, uno estaba bastante golpeado, pero lo primero que hizo al vernos fue saludarnos y decirnos “¡vamos compañeros!”. Ahí hubo como un aplauso, mientras los canas tenían cada vez más cara de culo.

    Quedaba más que claro todo

  •  Sí. Hubo un momento muy emocionante, cuando nos dijeron que nos iban a trasladar a (la Alcaldía ubicada en la calle) Madariaga en dos tandas, una de diez y otra de once, se paró uno y nos dijo ‘chicos, yo soy jubilado, cobro $ 350 lucas, les quiero agradecer a todos’. Aplaudimos y a algunos se nos escaparon algunas lágrimas, con lo que nos volvían a picar los ojos.

    ¿Cómo fue el momento de la liberación?

  •  Durante la noche nos empezó a llegar algo de información de afuera. Por ejemplo, que había mucha gente que se concentraba en Plaza de Mayo, algo que nos sorprendió y alegró mucho. Cuando salimos fue emocionante ver a compañeras y compañeros del hospital esperando en la puerta, algunos de ellos que acaban de ser echados por el Gobierno.

    ¿Qué dicen tus seres queridos?

  •  En las primeras horas se asustaron bastante, sin saber dónde estábamos y qué iba a pasar con nosotros. Unos amigos habían ido a Madariaga y les dijeron que no sabían nada, lo cual los preocupó aún más, con esos recuerdos que nos quedan de la dictadura. Después también está el temor que quieren generar. Hay gente que te quiere y te dice ‘no vayas a la marcha, esperá un poco’. Este miércoles fui, pero antes tuve que asegurarles que me iba a cuidar y no exponerme mucho.

    Derecho de admisión, derecho a luchar

    Como se detalló en otra nota, ante la convocatoria de las hinchadas de fútbol, el martes 11 el Ministerio de Seguridad decidió “ampliar el ámbito de aplicación” del derecho de admisión. Ya no se aplica sólo a quienes tengan presuntas “conductas delictivas” en partidos de fútbol sino también en “manifestaciones o congregaciones” callejeras, “cualquiera sea su naturaleza”.

    Tras la marcha del miércoles 12, Bullrich no dudó en aplicar esa novedad sobre parte de los 114 detenidos. Sin pruebas (lo que motivó la pronta liberación de todos) el Ministerio los tildó de “barrabravas” que “produjeron desmanes, arrojaron proyectiles y objetos punzocortantes” contra policías y personas, que destruyeron “vehículos y móviles de las distintas fuerzas” e incluso que “provocaron heridas” a 31 efectivos.

    Vía la Resolución 343/2025, publicada el viernes 14 en el Boletín Oficial, Bullrich resolvió “registrar en el Programa Tribuna Segura” a 26 personas, restringiéndoles la concurrencia “a todo evento deportivo en todo el territorio nacional”. De ese total, 20 integran el listado de las 114 personas detenidas sin pruebas.

    ¿Qué pensaste cuando te enteraste que te aplicaban el derecho de admisión?

  •  Por un lado, en la Defensoría Oficial me dijeron que en la causa hasta ahora “no hay nada”. Pero a la vez está esto del derecho de admisión, donde el Ministerio publica una lista de 26 personas en la aparezco primero. Le pregunté a gente que sabe y me dijeron que, seguramente, ese derecho de admisión no cumpla con las reglas, que una medida así no se puede aplicar por cualquier cosa. De todos modos, aunque a mí no me interesa el fútbol ni voy a la cancha, voy a hacer lo que sea necesario para que me lo saquen.

    Con el paso de los días, ¿qué pensás de toda esta secuencia de la que terminaste siendo parte, junto a otra mucha gente?

  •  Para mí lo central de todo esto es el accionar del Gobierno, que va como “creando realidad” en todo momento. Instalan una mentira y se empieza a discutir sobre la mentira, no sobre lo que pasa de verdad. Lo de los mensajes en las estaciones y trenes es fuerte, amenazando a quien quiera “atentar contra la República”. ¿Cuándo los civiles en Argentina atentaron contra la república? Nunca. Siempre fueron policías y militares.

    Incluso quisieron instalar muchas mentiras alrededor del intento de asesinato de Pablo Grillo

  •  Claro, quisieron hacer lo mismo. Con Grillo recién ingresado a terapia intensiva Bullrich salió a decir por los medios que “es un kirchnerista que trabaja en Lanús”. Estuvieron dos días queriendo instalar eso. Pero el caso es tan grave que al final no pudieron. Sin embargo, parte del debate termina siendo si a un kirchnerista se le vuela la cabeza con una granada o no.

    Bueno, respecto al Bonaparte también buscaron instalar mentiras para justificar su cierre

  •  Es lo mismo, sí. El Gobierno llegó a decir que en el Hospital hay 39 consultorios, cuando en realidad hay 8. De hecho cuando viene mucha gente, que es casi todo el tiempo, terminamos atendiendo en el patio. Pero ellos dividieron la cantidad de pacientes por 39 y dijeron que sobra personal, con lo que terminamos discutiendo sobre una mentira.

    ¿Qué les dirías a quienes tienen bronca por lo que está haciendo el Gobierno pero a la vez dudan de salir a protestar?

  •  Les diría que no se enganchen con el “show del miedo” que quieren instalar. Hay que seguir yendo a las marchas, obviamente cada uno luchando como mejor pueda, sin sentir que se traiciona por no ir, sin sentir que está poniendo en riesgo algo que no quiere. A veces se puede estar de otras formas, ayudando a quienes sí quieren ir, bancándolos en el laburo, esas cosas. Pero hay que seguir yendo. Sueltos, acompañados u organizados, pero estando.

    En ese sentido, ¿qué pensás de las dirigencias (políticas, sindicales, sociales) que tienen capacidad de convocatoria masiva pero vienen mirando todo por televisión?

  •  Si bien hay excepciones, para mí todos los responsables, a nivel de organizaciones, están bastante perdidos políticamente. No sé si por especulaciones sectoriales o qué, pero no están. Obviamente, es bueno que estén todas las organizaciones que puedan, pero creo que al final las cosas siempre terminan siendo encendidas por los que somos “comunes”, los que no tenemos un rol dirigente. Por eso no queda otra que seguir. Y si hay que inventar nuevas cosas, se inventarán. Creo que es un momento en el que, en los hechos, falta cierta creatividad política.

    En un sentido lo de las hinchadas fue un “invento” que aportó mucho a que cada vez marcha más gente

  •  Totalmente. Desde ya que el Gobierno habló de “barrabravas” y no de hinchas, pero sin dudas esa movida produjo algo muy bueno. Esas cosas creo que sirven, es cuestión de encontrarle la vuelta. No vamos a poder convencer a todos los que creen lo que dicen los grandes medios hegemónicos, pero somos un montón los que podemos marchar.

    Y algo de eso pasó también en el Bonaparte, cuando en octubre todos los laburantes junto a pacientes decidieron ocuparlo para evitar el cierre

  •  Cuando se anunció el cierre del Hospital, mientras muchos dirigentes sindicales rosqueban o se hacían los quilomberos, los trabajadores nos organizamos y decidimos quedarnos adentro para defenderlo. Y ahí sucedió algo nuevo. Sabemos que la lucha es compleja, incluso después vinieron despidos. Creo que la intención de Gobierno es hacer mierda el hospital, achicarlo lo más que puedan.

    ¿Vas a seguir marchando por las jubiladas y los jubilados?

  •  Por supuesto. Y voy a ir haciéndome cargo de aquello por lo que peleamos. Ellos no tienen nada que reprimir, lo que quieren es evitar la concentración en la plaza. Les jode la movilización masiva. Por eso tuvieron que construir el relato de los “barrabravas”, para demonizar la convocatoria. Eso es un dato importante. Reprimen la sensibilidad, no la violencia.
  • Daniel Satur

    Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc

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