En Peligro de Wolf nos gusta imaginar que todos los hechos importantes de la historia tienen siempre un correlato deportivo. Incluso los citados por la Biblia. Como pensar que el motivo por el cual Jesús reunió a sus 12 discípulos de un mismo lado de la mesa, tal como aparecen en el cuadro de La Última Cena, fue para ver algún partido de fútbol, por ejemplo, entre Galilea Juniors y Defensores de Judea. ¿En qué televisor? Bueno, era Jesús. Si llegó a convertir el agua en vino bien pudo convertir un cordero de Dios en un Smart TV Led de 50 pulgadas.
También, los acontecimientos de Semana Santa que terminan en la crucifixión de Jesús, podemos pensar que conforman la primera competencia de hinchadas citada por la Biblia. Cómo no imaginar a un relator deportivo de la época -pongámosle que se llame Víctor Hugo Cayo Julio Tiberio Morales- narrando la secuencia de Jueves y Viernes Santo, Vía Crucis y Domingo de Pascua por la FM Bíblica:
-Buenas tardes amigos de Jerusalén. Tengan ustedes augurios de una tarde feligresa. Con el arbitraje de Poncio Pilatos hoy viviremos una jornada de intensas emociones en el imponente Templo de Herodes: el Superclásico de Semana Santa: Barrabás-Jesús; Jesús-Barrabás. Para uno solo de ellos será la liberación. Para el perdedor, la condena eterna.
-Desde bien temprano se baten a duelo las barras de ambos contendientes. La mitad más 1 de Jerusalén está respaldando la absolución de uno de sus ídolos máximos, el inefable Barrabás:
“Soy de Barrabás, vago y atorrante.
Yo te sigo, a vos a todas partes
A Jesús lo vamo a prender fuego
Barrabás, a vos hoy te absolvemos
Vamos Barrabás, Vamos Barrabás…”
–Jesús, por su parte, es apoyado por un grupo más reducido -pero no menos entusiasta- de cristianos y apóstoles, Los Creyentes del Tablón:
“Cristo, mi buen amigo,
en Semana Santa volveremo’ a estar contigo.
Te alentaremos de corazón,
andate Judas que vos sos un traidor.
No importa Poncio Pilatos,
o si hay crucifixión.
Yo te sigo a todas partes,
hasta la resurrección”.
-Comenzó el reto, ambos contendientes se miran con recelo, el grito fervoroso de la multitud trata de influir al árbitro Pilatos. El alto tribunal del VAR de Roma está atento también al veredicto arbitral. Comienza el duelo de gritos oficial para dirimir al ganador. Empieza la hinchada local:
“Pan y vino, pan y vino,
pan y vino, pan y vino.
El que no grita Barrabás,
para qué carajo vino”
-El aliento de la barra de Barrabás estremece, es inconmensurable, indescriptible, una muestra más de que el templo de Herodes no tiembla, late. Cuando llega el turno del aliento visitante el entusiasmo no decae, pero como es sabido, no es tan masivo como el canto de los seguidores locales.
“Yo soy de la gloriosa barra de Jesucristo,
el que multiplica panes y convierte agua en vino.
a pesar de los romanos y todos los ateos
sigo estando a tu lado Jesucristo querido,
Jesucristo querido”
-La decisión del árbitro Poncio Pilatos está al caer, consulta con sus asistentes, intercambia una opinión con los integrantes del Alto Tribunal del VAR romano.
-Poncio Pilatos confirma lo que presagiábamos todos los presentes, el ganador es Barrabás y el estallido de las multitudes no se hace esperar. Los seguidores del bandido local explotan en un canto ensordecedor:
“¡Pilatos, compadre,
tu fallo es admirable!”
-Los apóstoles y cristianos son un puño apretado que canta con cristiana resignación:
Si lo tiran a Jesús al bombo
va a haber quilombo,
va a haber quilombo.
-Al Domingo siguiente, los seguidores del “Messías” tendrán su revancha y cantarán el aleluya:
“Ponga huevo (¿de Pascua?) Jesucristo
Ponga huevo y corazón.
Esta iglesia se merece,
tener tu resurrección”
Los evangelios la podrán contar como quieran, pero para nosotros -futboleros incurables- la Semana Santa fue únicamente así.